Fuente: El País
Fecha: 6 de noviembre del 2014
Un epidemiólogo explica por qué las altas tasas de homicidio de la región se deben tratar como un problema de salud
La violencia es una epidemia y hay formas de tratarla —y posiblemente erradicarla— de la misma manera en la que se tratan o han tratado otras enfermedades epidémicas.Tal afirmación puede sonar revolucionaria, pero el desafío está en proponer soluciones al problema de la violencia en América Latina, una región con la tasa de homicidios per cápita más alta del mundo: más de 10 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Andrés Villaveces es médico especializado en epidemiología y, junto a otros expertos del Banco Mundial, participa en Guatemala en una conferencia que reúne a más de 450 delegados de América Latina y otros lugares del mundo para tratar de lanzar un esfuerzo continental que ayude a proteger, en especial, a las principales víctimas y victimarios de esta epidemia: los jóvenes.
Pregunta. Tenemos 9% de la población y el 30% de los homicidios del mundo, ¿estamos ante una epidemia de violencia en América Latina?
Respuesta. Sí. De acuerdo a la definición de epidemia que tiene la Organización Mundial de la Salud, una tasa por encima de 10%, en el caso de la violencia, es epidémica. Y la mayoría de los países en América Latina tienen tasas muy superiores a eso. Entonces sí, es una epidemia.
P. Actualmente la epidemia que acapara los titulares es la de ébola en África. Y hemos visto que hay protocolos muy claros para hacerle frente a una epidemia de ese tipo. ¿Existen también protocolos para la epidemia de violencia?
R. Indudablemente, y las estrategias para estudiar la violencia, para entenderla, y los métodos para tratar de evaluarla y explicar qué sirve o no sirve son muy similares a los que se utilizan para entender otras epidemias. Obviamente, la diferencia de las intervenciones es diferente, pero hay una cantidad de posibles respuestas, de acciones, a nivel individual, a nivel familiar, a nivel escolar, a nivel comunitario, o a nivel municipal, sub-nacional o nacional, que se pueden implementar y que todas son complementarias.
P. ¿Quién o quiénes son responsables de hacer llevar a cabo esas acciones?
R. Por ejemplo, a nivel nacional uno puede hablar de la aprobación de una ley que restrinja la portación de armas o el acceso a armas de fuego. En América Latina tenemos ejemplos efectivos en los que la restricción resulta en una reducción de homicidios. Igual ocurre con el alcohol. La restricción del alcohol es aún más efectiva en reducir homicidios: hasta 25% menos asesinatos con una reducción de un par de horas de acceso al alcohol en algunas ciudades. A nivel institucional hay respuestas que podemos trabajar en el sentido de producción, diseminación y recolección de información que sea más confiable, que nos demuestre muy claramente cómo se distribuye la violencia y a qué poblaciones afecta.
Podemos trabajar, por ejemplo, para crear ambientes más pro-sociales en el seno de la familia, evitar problemas como la violencia doméstica o de abuso infantil. Tenemos actividades a nivel escolar, donde podemos crear un ambiente que sea más productivo y creativo. Entonces, tenemos estrategias e intervenciones que podemos hacer a múltiples niveles que nos pueden dar beneficios también a múltiples niveles. Todas son complementarias y deseables, especialmente en ambientes en los que puede haber violencia.
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